- La kinesia estudia a fondo todo el lenguaje corporal, que entendemos por los gestos que hacemos, la actitud que tomamos y la forma como nos movemos cuando hablamos, cuando andamos, cuando esperamos… La quinesia es algo que hacemos constantemente aunque estemos sin hacer nada. La actitud que toma nuestro cuerpo habla de nosotros.
La proxémica habla de las distancias que dejamos respecto a las otras personas y el modo en el que nos acercamos a ellos o les tocamos. El tacto es algo muy importante en la comunicación, aunque hay muchas personas a quien les cuesta tocar a los demás o dejar que les toquen. Ese rechazo al tacto también forma parte de la comunicación no verbal.El modo en el que damos la mano, por ejemplo, o besamos a alguien cuando nos lo presentan marcará el tipo de relación o la confianza que estemos depositando en esa persona y marcará el modo en el que vamos a permitir que nos trate. Si damos la mano de forma fría estamos estableciendo una relación distante y fría. Pero si damos la mano y la sostenemos un rato o incluso ponemos la otra mano sobre el apretón estamos transmitiendo cariño y confianza con la otra persona.En cuanto a la jerarquía también está establecida en el contacto. No es frecuente que alguien inferior a nivel jerárquico toque a la persona superior. Lo más habitual es que rompa el hielo la persona que está por encima a nivel jerárquico. Cuantas veces has visto a alguien mirar mal a esa mano que acaba de posarse en su hombro o su antebrazo… - El contacto, se interpreta mucho mejor si tenemos en cuenta el tercer aspecto de la comunicación no verbal y es el que hace referencia a la para lingüística, ya hemos visto que el cuerpo y la actitud tienen mucho que ver con lo que vamos a decir y en cómo lo van a interpretar las otras personas. Pero si además tenemos en cuenta la velocidad con la que hablamos, el volumen en el que lo hacemos, las pausas, los silencios, las entonaciones para dar énfasis… todo eso ayuda a comunicar mucho mejor.
La intervención de terceras personas en nuestra evolución lingüística no debe sonarnos tan descabellado. Y si no, dirijamos nuestras miradas hacia los actuales laboratorios. En ellos nuestros científicos han logrado que los chimpancés aprendan un lenguaje rudimentario que en estado salvaje han sido totalmente incapaces de desarrollar. Pero entonces surgen dos grandes interrogantes: ¿Quién intervino en nuestra evolución y por que motivo lo hizo? Las respuestas permanecen sepultadas bajo el peso de los siglos.
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